lunes, 7 de agosto de 2017

Buen viaje Abuelito




Abuelito

Al fin ya sabes cómo te quería. Si no lo sabías, estoy segura que ahora sí. Como un mensaje codificado, en el día de mi cumpleaños, sellaste en mi mente tu partida y creo que es para que no olvide este recordatorio: "Disfruta de la vida". Pues no conozco quién haya disfrutado más de la vida que tú.

Mi abuelo no paraba de tratar de ser feliz y mientras tanto nos hizo felices a los demás. Estoy completamente segura de que cada persona que está aquí y conoció a mi abuelo dirá que fue un hombre muy generoso. Familia, amigos, colegas, empleados quienes muchos de ellos son sus amigos y también su familia, todo aquel que lo conocía de algún modo recibió de esa generosidad.

Iba a cumplir cien años; yo, que lo conocí menos de la mitad de esos, lo descubría cada año más vital. Cada vez más lúcido, cada vez más sabio, cada vez más comprensivo, cada vez más amoroso. Desafió al paso del tiempo que dicen que a uno lo deteriora. A él no. Fue joven hasta sus casi cien años. Imposible para la mente de cualquiera

¿Joven a esa edad? ¿De qué me habla?” Seguro preguntarán. Mi abuelo fue joven a los 99 años. Es más, muchos de ustedes saben que volvió al kínder. Por eso más nos duele su muerte, pero también por eso debemos seguir su ejemplo vital, de seguir amando, sin importar nada más...

¡Sí!, disfrutar es amar y amar es disfrutar. Eso era lo que él nos quería decir: Que nos cuidáramos para poder tener el placer de vivir: Libre y hermosamente. Por eso era obsesivo con su salud y la de los demás: tener más tiempo para querernos. Así que no hay que lamentar. Su mensaje es todo lo contrario: hay que reír, hay que celebrar, hay que amar, porque el tiempo es breve y la vida se va.

Gracias abuelito, gracias Antenor; sé que cada uno de los que está aquí tiene un gracias para ti. Tus hijos Augusto, Martha, Edgar, Ana y Ángela, y todos nosotros, tus nietos, estamos profundamente agradecidos contigo y con la vida por las enseñanzas del goce y los valores que nos dejas. Estamos agradecidos por la familia que con mi abuela construiste.

No me alcanzaron ni el tiempo ni las palabras para preparar mejor esta despedida. Me siento honrada de hacerla aunque creo que está incompleta... Es que nos tomaste por sorpresa; pensábamos que nos acompañarías siempre. No habíamos pensado en este momento; por el contrario, estábamos planeando la celebración de tu centenario. Haremos tu fiesta, de todas maneras; igual, ya nos habías advertido que no tenías muchas ganas de ir. Abuelito, ¡buen viaje! ¡Te amamos!

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